En este momento tan importante para la vida de la ciudad surge una nueva zona de expansión que será conocida como el Arrabal del Puente, en la proximidad del río Adaja y del Puente Romano que le cruza de orilla a orilla, abriéndose hasta el cinturón amurallado por la zona oeste, serpenteando entre caminos y sotos, desde las alturas de la sierra convirtiendo al Valle Amblés en un verdecido campo de cereales y de frutas.
El Arrabal del Puente se extiende suavemente en un conjunto de construcciones, girando en torno al río y las posibilidades de producir diferentes industrias: textiles, pleleteras, harineras, oficios todos que en las ciudades castellanas florecieron y que la literatura ha recogido en alguna de sus páginas más universales, desde La Celestina al Lazarillo de Tormes.